Que vienen y van

Amigos. Ya desde pequeñitos nos insisten con la importancia de tener (buenos) amigos. La familia que se elige (dicen). Que importante sentirte parte de un grupo. De algo. De alguien. En el cole, en el insti, en la universidad, en el trabajo, en la vida. Si son buenos, para toda la vida (dicen, también).

Siempre he creído (y creo) que he tenido mucha suerte en este aspecto. En el cole como era la más alta y grandota de la clase, no sé si por miedo o qué, siempre estaba acompañada. En el insti tuvimos la suerte de juntarnos unos pocos guapos y estupendos jóvenes para formar un grupo muy cool y pasar esa “difícil” etapa lo más amena posible. Y crecimos juntos. Y por eso, ellos, pase lo que pase, siempre serán los amigos. Pero claro, todo pasa. Con 18 no eres la misma persona que con 24. Y cada uno está creciendo como quiere y con quien quiere. Pero ahí estamos (muy de vez en cuando) para recordar(nos) que un día vivimos sin más preocupación que ir a las pistas o al barnasud. Después crecemos un poco más. Conocemos gente. Fuera del insti. Fuera de Gavà. La rutina cambia. Y pasan muchas personas que se convierten durante un tiempo en amigos. Y amigos que se convierten durante un tiempo en conocidos. Y así van pasando personas en tu vida. De tranquis. Depende de a quién quieres cuidar. Y depende de quién te cuide.

A veces tener pareja (novio, novia, rollo, folliamigo/a, persona especial, persona tóxica, amigo, amiga, etc. Todo vale). A veces encontrar a esa persona que consigue provocar en ti la sensación de que nunca más en la vida vas a sentirte solo (y aferrarte a esa sensación), hace que no cuides, que no valores, que te olvides, que despriorices el resto de amistades. O al revés. Al tener “pareja” valoras los momentos de soledad y los quieres y los disfrutas. Todo es equilibro. ¿No?. Pues yo, en este momento de mi vida, reconozco delante (bueno detrás) de los pocos que me leéis, que soy consciente de que no estoy cuidando ni mucho ni poco a las amistades. El poco tiempo libre que tengo a la semana (porque eso sí, tiempo tengo poco, que sí, que si uno quiere tiene tiempo para todo, por eso creo que si tuviera más tiempo no cambiaria nada, simplemente estaría escribiendo esto con más culpa) lo aprovecho para pasar un rato con el Luis o con la familia o simplemente para estar sola, que seré rarita pero me encanta y me lo paso pipa.


Nunca he sido la amiga cariñosa que dice te quiero cada hora del día. Ni la que cuenta todos sus problemas a la primera. Ni a la primera, ni a la segunda, ni a la tercera. Por eso no me preocupa mucho estar sola. No tengo necesidad de sentir el calor de los amigos cada segundo del día. Pero hay personas que aunque yo pase de todo y de todos siento que están ahí. Que es el día a día que nos salva. Que siento que les importo aunque sea por gestos sencillos. Sí, vosotras, palomiteras. Sé que parece que paso totalmente y que voy a mi bola, pero os pienso y os quiero de verdad. Porque no sé porqué tengo la sensación de que este verano me habéis salvado. Pienso en vosotras y pienso feliz. Y aunque como digo, las personas vienen y van. Y vosotras ahora estáis. Pero lo importante es que ya habéis estado y por eso siempre estaréis ya en la historia loca de mi difícil cabeza (y corazón).

un buen lugar para charlar, entre palomitas.

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