Valientes

“Yo hubiera querido enamorarme de un chico más guapo. Pero que vamos hacerle...me enamoré de ti.”
Midori, Tokio Blues

A veces, por casualidades de la vida, lees una maldita frase que en ese momento de tu vida está hablando de ti, y sólo de ti. Y te paras. La lees, la relees, la marcas, te emocionas, te tranquilizas, sonríes, y en mi caso, actúas. Y eso me paso hace ya casi siete años.

A mi, como a la mayoría de la humanidad, y aunque mucha gente se sorprenderá por lo poco que se me nota, me han gustado muchas, muchísimas personas, me han hecho gracia muchos chicos (y seguro que alguna chica sin ser consciente), muchas personas tienen algo especial que atrae (no tiene porqué ser nada físico). Porque seamos sinceros, siempre nos gusta alguien. Gustar. Es decir, que te gusta ahora cinco minutos, y dentro de diez ya no sabes ni como se llama. Pero hay personas valientes que deciden afrontar ese verbo. Que quieren que esa sensación se multiplique. Valientes. Yo no. Yo hacía más bien todo lo contrario. Me alejaba del verbo. No solía expresar nada. ¿Yo, chicos? Yo: básquet y amigos. Y feliz. Pero en este juego no juegas solo. Y si el otro es valiente, ganas.

Me habrán gustado muchos chicos, y yo habré gustado a muy pocos (siempre he sido un poco marimachorra y siempre me han visto más como colegui que como persona apta para dar besitos), pero como siempre digo, soy una tía con suerte. Uno de ellos fue valiente.

Pero la cosa no fue un camino de rosas. No es que no seas guapo. Eres guapísimo. Es que yo llevaba diecisiete años imaginándome con un rubio de 1’80. Y la mente de un adolescente es prejuiciosa, egoísta, mala y lenta. Pero la tuya no. Llegaste y no viste a esa marimachorreta. Llegaste sin prejuicios. Desde cero. Y te guste. Y aún nos preguntamos porqué. Y yo flipaba. Ya se le pasará, pensaba. Pero no. Y mi cabeza y yo entramos en una lucha. Que lo quiero. Que no. Que sí. Que no. Que yo estoy esperando mi príncipe azul de dos metros. Y entonces cayó en mis manos “Tokio Blues” y las clases infumables de segundo de bachillerato durante una época empezaron a ser más llevaderas. Y de repente la frase. Que repito, no es que no fueras guapo. Es que nuestra sociedad gilipoyas te hace creer en cosas. Y yo en ese momento aún pensaba que sí yo media 1’70, mi pareja mínimo: 1’71. Qué poco sabia yo de nada. Y menos de querer. Y menos de querer de verdad. Y menos de querer sin condición. Y la maldita frase y el maldito libro. Que si lo leyera ahora no sé que pensaría. Pero en ese momento, fue el libro. Y me pare. Y pensé, coño, Maria, pero cómo puedes ser tan tonta, quién leñes te crees, qué leñes te crees. Y yo que pensaba en ti todo el día. Yo que esperaba que llegaran las 11.30 para verte media hora en el patio. Yo que pensaba que llegaran ya las 15:00 para verte 30 segundos antes de irnos cada uno a comernos nuestro plato de macarrones a sus respectivas casas. Yo que esperaba que fueran las 15:30 para que, después de habernos acabado los macarrones, nos conectáramos en el Messenger para tener las conversas más tontas del mundo mundial: “Q tl?, ben, y tu?, ben tmbn, me alegro, y yo ;), jeje”. Yo que llegaba de entreno y lo primero que hacia era ver si estabas para tener una conversa aún más tonta: Q tl el entreno? Ben. Me alegro. Bueno me voy a dormir que estoy cansada. Bona nit. Bona nit.”  Yo, que hacia todas estas gilipoyeces, no era capaz de aceptar que te quería. Pero como he dicho muchas veces, soy lenta. Pero soy. Y poco a poco, sin forzar, porque las cosas de verdad no suelen forzarse. Mi cabeza y yo nos pusimos de acuerdo. Y pensé. Y pensé que una persona que había tenido los cataplines de ir detrás de una moza tan rara como yo tenia que ser alguien especial. O no. Qué más daba. Si yo lo único que quería era tocarte la mano. Y lo conseguí(mos).


(Y ya paro, que podría escribir mil páginas. Pero si esto tiene que ser como un diario de lo que es mi vida a los veint y tantos, no quiero que se me escape como siento en este momento lo que fue, seguramente, lo más raro que me ha pasado hasta ahora. Y me da un poco de vergüenza escribirlo, pero, ¿porqué no? Si nos conociéramos un poco más todos, menos se juzgaría (o no. Siempre depende) Seguirá...)

Ésta siempre será la foto (2009)


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