3 de febrero

Hoy es 11 de febrero. Voy 9 días tarde y te pido perdón. Por no haber estado ayer. Supongo que se me perdona. Pero te pido perdón. Hoy no hablaré de lo mierda que es la vida. Solo diré que es mierda ahora. Por no haber estado, por haberte medio fallado. Y ya está. Porque si escribo sobre ti no puedo escribir que la vida es una mierda. Porque la vida me ha regalado varias mierdas, pero por casualidad me regaló un hermano de más. Muy tópico también cuando se habla de amigos muy amigos. Porque tú eres eso: el perfecto ejemplo de amigo (si hablamos de la típica definición tradicional). Cuando estás y cuando no estás. Más de diez años compartiendo, ayudándonos, respetándonos y queriéndonos. Y cuidándome. Como si fuera una hermana. Quizás no lo habrás hecho conscientemente. Pero lo importante no siempre es la intención. Lo importante a veces es lo que se percibe. Y yo llevo percibiendo de ti durante muchos años respeto y cariño. Y la sensación que será por muchos años más. Que me he perdido tus 25. Y me acordaré para toda la vida. Pero estoy segura que estaré en los 30, 35, 40 y más. Porque quizás a un hermano se le pierde la pista durante un tiempo, y nos podrá pasar, pero no para siempre. Ojalá que nunca. Porque personas buenas como tu, yo las quiero para que me acompañen, me guíen y me ayuden.

Gracias por una adolescencia juntos, una juventud compartida y ojalá que un futuro lleno conversaciones.

Gracias por tu mp3 rojo en mis viajes en bus. Por estar siempre. Por ser mi hermano. Por ser mi amigo. 




Y por qué no: una foto sonriendo.

Comentarios

Publicar un comentario